martes, 31 de julio de 2007

Adiós a Antonioni



Resulta cuando menos curioso como se confabulan a veces las casualidades. Pocas horas después de Bergman nos deja tambien Antonioni... Es verdaderamente sorprendente para mí. Precisamente estas dos personas. Recuerdo cuando ví por primera vez Zabriskie Point una noche de verano de esas vagas, dispersas ante la caja que brilla. Había una avioneta surcando el cielo y acechando a un coche que circulaba debajo, por una carretera en mitad del desierto. Un chico en la avioneta, una chica en el coche. Muy Antonioni. Después no había ningún diálogo, ni un rostro, ni un gesto, sólo el avión y el coche bailando juntos, seduciéndose, cortejándose... los objetos inanimados cobraban vida ante mis ojos, humanizados por el montaje. Fue una de mis primeras lecciones conscientes de lenguaje cinematográfico y el desencadenante de mi primer trabajo audiovisual. Él es mi otro gran referente.

Antonioni y Bergman, como Tarkovsky y también Fellini, Kurosawa o Buñuel, querían buscar en el cine como contar lo que se encuentra más allá de las palabras, golpeando a la puerta de ese espacio secreto, sutil, que quizá solo puede llegar a palparse por medio del arte cuando no es documento sino impresión, consciencia sensible.