El juego de poder en la relación es de débiles mentales, adolescentes, niñatos sin construir, aunque también puede ser divertido. La adolescencia es divertida, un rato. Otra cosa es el tedio, la rutina, el amor sin seducción permanente desaparece o se convierte en otra cosa, en amor descafeinado, en hijos y un perro baboso que mueve su colita, contento sin razón por cualquier gilipollez que se mueva. Yo quiero un amor construido, un amor de castillos y no de chabolas emperifolladas como palacios, de ilusiones ópticas. El amor es ser un amigo, un compañero, un cómplice, un amante, darse de hostias contra la vida junto a alguien y lamerse las heridas. Yo no quiero un amor civilizado como decía sabina, pero tampoco uno vacío, basado sólo en la provocación. La provocación es divertida, un rato. Todos vivimos en islas individuales, y de vez en cuando hacemos fiestas donde traemos a gente a nuestra isla, a pasar una noche o dos, pero casi siempre les echamos pronto, porque nosotros cada vez crecemos más en nuestra isla, ocupándola más y más con nuestras cosas, y ésta se hace cada vez más incómoda para los invitados, que echan de menos como tienen las cosas en su propia isla. El amor que yo entiendo es básicamente dejar de estar sólo (en tu isla).
Ramon Casas, pintor comprometido
Hace 3 días
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